Texto preparado por: Wilimas Rivas
Luis Ortiz
Como sabemos, existen una serie de estudios e informaciones que dan cuenta de las dificultades en la inserción laboral de los jóvenes especialmente, incidiendo esto fuertemente en los niveles de pobreza, tanto en el ámbito regional (cono sur) como en nuestro país, esta dificultad se agrava mucho más cuando se cuenta con bajos niveles de escolaridad, según algunos estudios de la CEPAL y otras organizaciones.
Las competencias que las personas adquieren a través del proceso de enseñanza y aprendizaje y luego le permiten desempeñar eficazmente una ocupación proporcionan el principal vínculo entre educación y trabajo. Competencias, en consecuencia, son los atributos y capacidades que habilitan para el ejercicio de una ocupación en la sociedad.
Hasta hace poco se pensaba que la escuela, el liceo y los establecimientos P-Ss (no-universitarios) cumplían su cometido si aseguraban: (i) la formación de competencias elementales para una economía de baja productividad y escasa competencia externa (comunicación oral, en particular hablar y escuchar; leer y entender, especialmente seguir instrucciones; cálculo elemental y escribir, en el mínimo saber firmar); (ii) la adquisición de cuerpos relativamente estables de conocimiento (memorización) para un mundo de información lenta y escasa, y (iii) en el nivel vocacional, el desarrollo de destrezas técnicas específicas ligadas al oficio u ocupación, que suelen llamarse también competencias laborales.
Dicho enfoque está siendo revisado y abandonado en todas partes para ser substituido por uno que pone mayor énfasis en: (i) la formación de competencias fundamentales; (ii) el desarrollo de competencias cognitivas superiores (aquéllas que permiten un desempeño eficaz en situaciones relativamente complejas, tales como la capacidad de resolver problemas, aprender a aprender, actuar creativamente y tomar decisiones, y (iii) la formación de competencias de Empleabilidad, que son aquellas disposiciones requeridas para funcionar eficazmente en economías que cambian rápidamente y se hallan sujetas a una fuerte presión competitiva.
Dentro de este nuevo enfoque se postula que las competencias propiamente laborales, específicas a la ocupación o lugar de trabajo, se adquieren, precisamente, on the job o mediante el uso de esquemas de enseñanza con un fuerte componente de estudio basado en el lugar de trabajo o mediante el uso de modelos de tutores y aprendices de un oficio.
Simultáneamente, los sistemas educacionales se encuentran encaminados a un cambio de grandes proporciones; tan importante, se piensa, como aquellos otros que dieron origen, sucesivamente,a la escuela, luego a la educación pública y, más adelante, a la enseñanza masiva; las tres revoluciones que han alterado de raíz la forma de concebir y producir la educación durante los últimos siglos.
Los ejes en torno a los cuales se desenvuelve dicho proceso de cambio son básicamente los siguientes:
Surge una nueva concepción de política educacional centrada en la idea del aprendizaje continuo. Se produce una rápida incorporación de las nuevas TIC a la educación, partiendo por la sala de clases. Se entra a una etapa de redefinición del vínculo entre educación y trabajo. Se inicia un pujante desarrollo de la industria educacional.
¿Es el objetivo de la educación preparar mano de obra?
¿La oferta educacional se debe organizar de acuerdo a los vaivenes de las necesidades laborales del mercado?